"América Latina se ha convertido en un buen destino para la creación de fachadas de los espías rusos": el caso de los agentes de Moscú que fingieron ser una familia argentina
Matías Zibell - BBC News Mundo | Miércoles 02 julio, 2025

El jueves primero de agosto de 2024 aterrizó un avión en el aeropuerto de Moscú, trasladando -entre otros pasajeros- a una familia de cuatro integrantes. Dos de ellos, los dos hijos del matrimonio, se habían enterado en pleno vuelo de que toda su vida había sido una mentira.
Ni Sofía ni Daniel hablaban una palabra de ruso. Ambos eran argentinos. Por eso, la persona que los recibió con dos ramos de flores apenas bajaron de la escalinata les dijo "buenas noches" en un español con acento eslavo.
Ninguno de los niños sabía quién era ese señor, que incluso abrazó a su madre mientras esta lloraba y a su padre mientras este sonreía.
El señor era Vladimir Putin...
Los niños habían nacido en el Hospital Italiano de Buenos Aires a mediados de la década pasada y pasaron sus primeros años en la capital argentina hasta que toda la familia se mudó a Eslovenia.
En la capital de este país, Liubliana, una noche de diciembre de 2022, hombres armados ingresaron a la casa donde los cuatro vivían. Sus padres fueron puestos bajo arresto y por más de un año y medio ellos se criaron bajo el cuidado de los servicios sociales.
Ninguno de los dos niños supo por qué su vida se había roto esa noche, hasta ese vuelo que los llevó a Moscú.
A miles de pies del suelo se enteraron de que sus padres eran espías. Daniel se rió. Sofía se echó a llorar.

El mundo supo antes que Sofía y Daniel que sus padres no se llamaban Ludwig Gisch y María Mayer sino Artem Viktorovich Dultsev y Anna Valerevna Dultseva.
La noticia circuló mundialmente en enero de 2023 mientras ambos eran procesados por la justicia eslovena.
Uno de los que supo de la noticia fue el periodista argentino Hugo Alconada Mon, que inmediatamente se contactó con el servicio de inteligencia de ese país, la policía eslovena, la Fiscalía y el juzgado donde tenía lugar el proceso.
No le contaron mucho por el secreto del sumario, pero aún así la ventana al habitualmente escondido mundo de los espías estaba abierta.
"Esto es como cuando levantas una piedra en tu jardín, y tenés la oportunidad de tomar una foto a las lombrices y a los bichos bolita antes de que se vuelvan a meter debajo de la superficie", cuenta desde su casa en Buenos Aires.
La información obtenida comenzó a ser publicada por el periodista en el diario La Nación y ahora Alconada Mon ha escrito un libro llamado "Topos. La historia real de los espías rusos que tomaron Buenos Aires como su base de operaciones".
BBC Mundo conversó con él sobre qué hicieron estos espías en Argentina y cómo construyeron "su leyenda", es decir, la fachada que luego les sirvió para insertarse en Eslovenia, un país de la Unión Europea y miembro de la OTAN.
Los "ilegales"
La primera distinción que hace Alconada Mon en cada entrevista que da sobre Ludwig y María (Artem y Anna) es que eran agentes ilegales, es decir, no fueron espías que entraron a Argentina con su verdadera identidad ni estaban registrados como diplomáticos de la embajada o el consulado ruso.
Por el contrario, el periodista les ha contado, al menos, cuatro identidades diferentes a cada uno.
Aunque hicieron algunos viajes al país sudamericano entre 2009 y 2012, ese último año llegaron para quedarse.
"Él arguye en ese momento que se llama Ludwig Gisch, que nació en Namibia, de papá austriaco, y de mamá Argentina, llamada Elga Tatschke. Tiene un certificado de defunción de Elga firmado en Viena en 2010 y su partida de nacimiento en Argentina del año 1942. Por ser hijo de argentina pide la nacionalidad", cuenta el periodista.
Pero todo eso es mentira... o casi. El certificado de defunción austríaco es verdadero pero la persona a la que hace referencia es un hombre, no una mujer. El nombre de Elga Tatschke fue adulterado.
En cambio, la partida de nacimiento de esta mujer argentina es real, el problema es que ella murió a los cuatro años y está enterrada en el cementerio alemán de la Chacarita.

Cuando llegaron a Moscú, el vocero del Kremlin Dmitry Peskov fue el primero en revelar que los hijos de "los agentes clandestinos" no tenían ni idea quién era Putin, para ejemplificar "los sacrificios que tenían que hacer (estos agentes) para llevar adelante su trabajo y cumplir su misión".
En su discurso de bienvenida, el mismo Putin agradeció "la lealtad a su juramento, a su deber y a su patria, que no los ha olvidado ni por un minuto".
Shaun Walker, el periodista del diario británico The Guardian que informó de la detención de los Dultsev en Eslovenia, escribió que "desde la invasión a Ucrania, los países occidentales han expulsado a cientos de los espías 'legales' que trabajaban en embajadas en toda Europa bajo la cobertura diplomática".
"Esto debe haber forzado a Moscú a depender más de los ilegales, así como de otras redes informales", concluyó.
Las leyendas
Ella en Argentina dice ser María Rosa Mayer Muñoz. Afirma haber nacido en Grecia y haberse criado en México, en Querétaro. Todo esto es falso, indica Alconada Mon, tan falso como el romance que comienza con Ludwig en Buenos Aires.
"Ellos vinieron y simularon: ´Oh, nos hemos conocido, nos hemos enamorado, casémonos´. Y se casaron en Buenos Aires para que ella consiga la ciudadanía argentina como esposa de un argentino. Pero ya estaban casados en Rusia. Tengo hasta la foto del casamiento real", destaca el periodista.
De ese "segundo" casamiento nacerían Sofía, en 2013, y Daniel, en 2015.
Pero todo este secretismo, estas partidas de nacimiento de mujeres muertas y certificados de defunción reales pero adulterados no son para quedarse en Argentina. El objetivo es construir "una leyenda".
"La leyenda es la construcción de una mentira, que te va a permitir luego abrir determinadas puertas que de otro modo continuarían cerradas", resume el periodista argentino y ejemplifica:
"Imaginate que vos sos israelí y no puedes entrar a Irán. Entonces te vas a Colombia, empezás a trabajar, estudiás, te casás, tenés chicos en Colombia. Adquieres una empresa colombiana, un pasaporte colombiano y te vas ya como colombiano a Teherán. Y mientras finges ser, por ejemplo, un empresario exportador de café, reportas a Tel Aviv".
El periodista argentino destaca que América Latina "se ha convertido en un buen destino para la creación de fachadas para agentes rusos":
"Hay datos, con nombre y apellido, de casos que salieron a la luz sobre espías rusos dando vueltas por Argentina, Uruguay, Chile, Perú, Colombia, Nicaragua y México. Y no es un caso aislado. Hay un esfuerzo sistematizado, coordinado, de desarrollar este tipo de fachadas", dice Alconada Mon.
BBC Mundo se contactó con el periodista de investigación ruso Andrei Soldatov, experto en los servicios de espionaje de su país, quien confirmó la opinión de su colega argentino.
"Es cierto que Latinoamérica se volvió muy importante para los espías rusos a la hora de fabricar sus leyendas", dice Soldatov desde el exilio.
"Esto no significa que la región albergue a muchos espías de forma permanente, más bien sirve como medio para forjar estas fachadas mediante la adquisición de los primeros documentos -por ejemplo, certificados de nacimiento- importantes para los espías ilegales, quienes luego serán enviados a operar en otros países", añade.

Alconada Mon indica que uno de los motivos que ha hecho atractiva América Latina fue la pérdida de Canadá como destino privilegiado de los espías rusos para construir sus fachadas.
Ese país elevó sus umbrales de vigilancia luego del caso de Tracey Lee Ann Foley y Donald Howard Heathfield, dos espías rusos que utilizaron suelo canadiense para construir sus leyendas.
Sus verdaderos nombres eran Elena Vavilova y Andrey Bezrukov. Fueron detenidos por el FBI en EE.UU. en 2010. Su historia inspiró la serie televisiva "The Americans" sobre dos espías rusos clandestinos en suelo estadounidense.
Cuando los Dultsev fueron detenidos en Liubliana 12 años después del arresto de Elena y Andrey, el secretario de Estado para asuntos internacionales y seguridad nacional e internacional esloveno, Vojko Volk, dijo: "Sabemos que son muy importantes, agentes serios. Esto es como 'The Americans' pero en Eslovenia".
Antenas y padres de colegio
"La idea es construir una mentira que te permita luego pasar por debajo de los radares; ahora, te puede ocurrir perfectamente que mientras que vos estás construyendo tu fachada, encuentres oportunidades", le dice a BBC Mundo Alconada Mon.
Y en su libro existen varios datos que indican que Artem Dultsev y Anna Dultseva fueron muy activos en Argentina.
Ella, por ejemplo, informó a Moscú sobre tres madres de la escuela de sus hijos, escuela que había sido cuidadosamente seleccionada.
"Una trabajaba en una empresa de insumos petrolíferos, la otra en una empresa de servicios petroleros, y la tercera en una empresa gasífera: el elemento en común de las tres, Vaca Muerta" (la formación geológica en el sur de Argentina que, según la compañía estatal petrolera YPF, es la segunda reserva de gas y la cuarta de petróleo a nivel mundial).
"Y cuando fueron a Eslovenia hicieron lo mismo, seleccionaron el colegio, identificaron a los padres, y mandaron reportes a Moscú sobre un padre de la escuela que era el titular de la agencia energética más importante de la Unión Europea", añade Alconada Mon.

Un descubrimiento del periodista sobre los Dultsev se dio tras visitar decenas de veces el barrio de Belgrano donde vivía la familia y donde trabajaba Ludwig.
"Cada vez que iba al edificio donde habían vivido estaba el portero, llamado Antonio, que se negaba a hablar conmigo. Pero un día me encontré con el encargado suplente, Juan, que me contó todo lo que recordaba de la familia".
Los Dultsev, según Juan, eran personas calladas, de bajo perfil, pero muy amables. La hija le daba un caramelo cuando lo veía, para Navidad era un turrón, y cuando se fueron a Eslovenia le ofrecieron que se quedaracon los muebles del departamento.
"Y lo único que me pidió al irse es si podía retirar la antena que había puesto en la azotea", le contó Juan al asombrado periodista.
"Entonces me fui al otro edificio, la oficina donde trabaja Ludwig, que estaba a cuatro cuadras. Y ahí también le había pedido al portero retirar una antena".
El periodista inquirió en el ente argentino donde se deben registrar las antenas de onda corta y de otra naturaleza que se utilicen y no había ninguna constancia de ninguno de los dos aparatos instalados por Ludwig. Pero lo más asombroso, según el periodista, eran el eje espacial en el que estaban instaladas.
"Si vos seguís sobre esa línea recta que va del departamento a la oficina, que es la calle Mendoza, sobre el final del camino, tenés la oficina de Representación Comercial de Rusia. Queda, como hipótesis de trabajo, la pregunta: ¿puede servir ahí un entramado de comunicación encriptado?".
La caída
Alconada Mon dice a BBC Mundo que existen dos hipótesis sobre por qué los Dultsev aparecieron en la mira de los servicios de inteligencia eslovenos en 2022.
"La primera, un traidor que empezó a trabajar para los servicios occidentales y entrega a otros espías. La segunda es que un agente del MI6 o de la CIA tenía bajo la lupa a un sospechoso que se reunió con ella. Y termina ella y luego su marido bajo la lupa no por error propio, sino porque justo se cruzaron con otra pesquisa".
Ambos fueron identificados primero como ciudadanos argentinos, aunque luego se descubrió su verdadera identidad e inmediatamente comenzaron las negociaciones con Moscú.
Finalmente, toda la familia pasó a ser parte de uno de los mayores intercambios de prisioneros entre Rusia y Occidente desde la caída del Muro de Berlín.
Pero antes de su regreso definitivo a suelo ruso en 2024, los Dultsev ya habían vuelto a Rusia con una excusa perfecta. En 2018, toda la familia viajó para alentar a la selección argentina en el Mundial de Fútbol.

"Esto lo contaron ellos ya de regreso a Moscú, cuando dieron una entrevista a la revista oficial del espionaje ruso. Ellos dicen que aprovecharon la oportunidad del Mundial para volver", dice Alconada Mon y especula:
"¿Es posible que ya que estaban en Rusia, de paso, se reunieron con sus jefes o con su handler (la persona de que dependían)? ¿O que recibieron información o les proveyeron de mejor tecnología? Son hipótesis".
El periodista ruso Andrei Soldatov dice que es tan difícil llevar estas vidas paralelas, donde todo el tiempo se finge ser otra persona, que los espías ilegales "a veces necesitan regresar para reforzar su sentido de orientación".
Durante el viaje a Rusia toda la familia asistió con sus camisetas albicelestes para ver el partido en el que la selección argentina perdió 3 a 0 con Croacia en Nizhni Nóvgorod, donde había nacido casualmente Anna Valerevna Dultseva.
"Y después del partido -cuenta Alconada Mon- a él no le importaba nada, a ella tampoco, pero su hija, que sí es argentina, estaba llorando por la derrota. Imaginate el impacto que es eso. Por que él puede asumir que está dispuesto a dar incluso la vida por una patria que no significa nada para su hija, pero la patria de su hija no significa nada para él".
El caso de la familia Foley que construyó su fachada en Canadá es un claro ejemplo de este dilema: en 2019, Alexander Vavilov, el hijo menor de la pareja de espías, logró que los tribunales de ese país le devolvieran su ciudadanía canadiense, que había sido revocada cuando sus padres fueron arrestados en EE.UU.
"Soy quien soy; lo que aprendas sobre tu herencia no creo que te defina como persona", dijo al enterarse de la noticia en Toronto, ciudad donde había nacido con el nombre de Alexander Foley.
"Los niños siempre son un problema", señala Soldatov y añade:
"¿Qué se supone que debes hacer con ellos? ¿Qué se supone que debes decirles sobre su familia? ¿En qué momento puedes decirles a tus hijos que son rusos para poder reclutarlos?", se pregunta el periodista ruso en el exilio.
Las preguntas no respondidas
Aunque los Dultsev han regresado a Rusia, existen aspectos de esta investigación en Argentina -tanto en lo judicial como en lo periodístico- que siguen abiertos.
Quién fue, por ejemplo, la persona que caminó por el cementerio alemán de la Chacarita y eligió el nombre de Elga Tatschke de una lápida para convertirse en la madre de Ludwig Gisch.
"Y te paso un dato más que te empieza a dar indicios de algo más inquietante. Esa partida de nacimiento la pidió alguien anónimamente en la Argentina meses antes de que el espía pisara Buenos Aires y fue de manera presencial, no por Internet, para no dejar huellas tecnológicas", dice Alconada Mon y agrega:
"Una persona fue de manera presencial a la calle Uruguay, al registro de las personas. Y fue una oficina que no tiene cámara de video de seguridad. Consiguió la copia y se la entregó a Ludwig. Ahí tenés indicios de que hay alguien más en la Argentina, haciendo el soporte logístico".
Tampoco se sabe quiénes fueron los dos ciudadanos de origen colombiano que fungieron como los dos testigos del casamiento de Ludwig y María en Argentina.
BBC Mundo le preguntó a Andrei Saltov si se necesitan muchos agentes para estas labores de apoyo a los espías ilegales:
"No muchos, y algunos de ellos podrían ser agentes reclutados para ese trabajo puntual", respondió el periodista.

Tras el regreso de los espías a Rusia, Alconada Mon ha tratado de contactarlos.
"Les mandé correos electrónicos, intenté contactar también al servicio de inteligencia ruso y hablé incluso con el vocero de la embajada rusa en Argentina. Le dije que la situación ya estaba blanqueada, los habían incluso condecorado. Entonces pregunté con quién podía hablar y nunca más me contestaron".
BBC Mundo invitó al periodista argentino a especular con cuál sería su primera pregunta si lograra hablar con los Dultsev.
"No sería una pregunta, serían dos palabras: 'Te escucho'...
"Contame todo, yo después trato de determinar qué es mentira y qué no, pero te quiero escuchar".
