El clamor de la Patria
Arnoldo Mora [email protected] | Viernes 04 julio, 2008

(Primera parte)
Arnoldo Mora

El pronunciamiento que han dado a la publicidad al final de estas históricas jornadas, merece el estudio y el apoyo de todos los ciudadanos del país. El silencio que, sobre el mismo, han mantenido hasta el presente el Gobierno y poderosos medios de comunicación acusa, no solo negligencia, sino complicidad con una situación que se hace cada vez más amenazante para los sectores medios y pobres del país, es decir, para la inmensa mayoría de la población. Es por eso que en estas líneas, me he limitado a darles la voz a esas organizaciones que representan el alma de la Patria. Su voz debe ser, no solo oída, sino, ante todo, acatada por todos pero especialmente por un gobierno que, insisto, lejos de reaccionar positivamente como sería de esperar en un gobierno sensible a los intereses de las mayorías, ha guardado silencio cómplice ante las denuncias y propuestas de solución allí contenidas.
El documento de marras es breve pero claro y contundente. Comienza por una denuncia de la situación imperante, señalando a quienes considera responsables de la misma y termina expresando las líneas generales que deben seguirse para lograr una solución real, es decir, no de parches, para salir de la crisis dentro de la cual ya estamos inmersos. Veamos.
Obispos y organizaciones sociales comienzan por afirmar, en forma categórica, que “existe en el mundo una crisis alimentaria” cuyos efectos son mucho más graves “para la gente pobre”. En cuanto a nuestro país, se reconoce sin ambages que “no compartimos la idea de que Costa Rica no padece una crisis alimentaria”. En consecuencia, en lo sucesivo el documento se referirá tan solo a nuestro país. Es de hacer notar que, por primera vez en la historia política y social de Costa Rica, en un texto de esta naturaleza se habla de que existen “dos tipos de agricultura a las que se debe tratar separadamente: la agricultura de pequeños y medianos productores agrícolas, pecuarios y pesqueros; y la agricultura trasnacional”. La diferencia entre ambas es abismal, pues solo la primera nos da “la soberanía alimentaria”, porque está destinada “fundamentalmente para el mercado nacional y cuya producción tiene como destino satisfacer las necesidades de alimentación de los habitantes del país”. Más aún, insisten sus autores: “esta producción campesina garantiza empleo, ingresos, solidaridad, reserva de los valores de nuestra democracia social, la integración de la familia campesina, la cultura, la multifuncionalidad del campo y la agricultura… la cual históricamente ha mantenido en nuestra Patria la estabilidad y la paz social, que tanto nos ha permitido un grado aceptable de bienestar social”.
Dada la riqueza conceptual e importancia de este documento para el futuro inmediato de nuestra Patria, en el próximo artículo seguiré comentándolo.
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