Italia sigue llorando la muerte de Paolito
Gaetano Pandolfo [email protected] | Jueves 17 diciembre, 2020

El colega Esteban Aronne Sparisci, dedica esta Nota a la memoria de Paolo Rossi.
¡Paren el mundo que me quiero bajar!
Frase célebre de la icónica Mafalda.
¡Paren el 2020 que me quiero bajar! Posiblemente la frase encaje en muchos en un año sumamente complejo y retador para todos. Un año en el que quizá, la partida de algunos ídolos -sean futbolistas, cantantes, escritores o actores- evoca aún más sentimientos, recuerdos y hasta el derrame de más lágrimas.
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Paolo Rossi es otro de los que engrosa la lista de figuras de renombre que dijeron adiós. Italia; un país emotivo y fuertemente emocional está de luto.
El “Bambino d’Oro” fue un estandarte en aquel verano inmortal, en que la Selección Azzurra fue de menos a más en España 82 y derrotó casi en fila a los favoritos. A los consagrados. Italia se impuso sin apelaciones a Argentina, Brasil y Alemania conquistando una Copa Mundial de ensueño. No hubo tandas de penales, no hubo tiempos extra. Nada de eso. Rossi le anotó tres a un Brasil que muchos siguen diciendo era el mejor equipo del torneo, con Sócrates y Zico incluidos.
Rossi fue humildad y talento. Carisma y emoción. De las cenizas a la gloria. En 1980 estuvo a punto del retiro al ser suspendido dos años por un escándalo de apuestas que enlodó al calcio y del cual él siempre aseguró ser inocente. ¡Dos años! El entrenador Enzo Bearzot, creyó en el atacante y lo llevó a un mundial que aún saca las lágrimas a los italianos. Fue cuestionado por semejante decisión.
En España 82 Rossi fue el máximo goleador y recibió el Balón de Oro. Provocó que todo un pueblo, incrédulo al inicio, se tirara a la calle a llorar de alegría.
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A mis 17 años, lo vi en una ceremonia privada en la Casa Italia, cuando vino a Costa Rica a un partido benéfico jugado en el Estadio Nacional en 1995 para apoyar a víctimas de enfermedades terminales.
Claro que vino a pasear, jugando sin espinilleras y medias abajo junto a Claudio Gentile, Alessandro Altobelli y otros. Destiló humildad, sonrisas y no negó ni media foto a nadie.
Jamás de la talla de un Maradona, Pelé, Baggio o Di Stéfano. Pero el 2020 se va y con él parte un grande. Paolo Rossi emergió de las cenizas, llevó gloria a todo un país y nos recuerda como el fútbol es mucho más que un balón.
“Se va una parte de nuestras vidas.” Así opinan en Italia de esta leyenda cuyo legado es invaluable. Por favor ya 2020.
Fue suficiente.
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