La zapatera que habita en los cuentos
Autor: Mauricio Durán | Publicación: Jueves 09 mayo, 2019
Su biografía la registra como resolutiva, ella misma describe su órbita como un diálogo con muchos rostros.
Elizabeth Jiménez enhebra con un hilo delicado pero audaz la aguja que amarra los relatos de su novela “Los pasos rojos”.
La escritora repasa sus propias huellas, mismas que la llevaron a trazar rutas para sus personajes.
La novela hace jaque a múltiples ideas y normas sociales, donde el eje transversal es la humanidad latente en cada protagonista.
Para la autora, hay un proceso amplio en la belleza, aquella que puede enmarcar un texto o una imagen, la principal deconstrucción deviene cuando hay un proceso de internalización.
Estar conscientes de dónde venimos, quiénes nos anteceden y nos hacemos noción de para dónde vamos.
¿Cómo es ese proceso de desnudar y comprometer a varios personajes a través del simbolismo de los pasos rojos?
Las estructuras simbólicas suelen ser muy pesadas, vengan de contextos sagrados, comunes o paganos. Quise hacer una ruptura con la simbología del zapato rojo para despojarlo de una connotación erótica.
Lo construí como un arma blanca. Comprometo a los personajes en cuanto resquebrajo esa estructura y les permito descubrir su función transformadora en un universo que parece determinado por ciertos códigos.
A todos nos toca caminar por sendas que nos hacen reflexionar nuestros fines. Hay un compromiso de teñir los pasos, con el color que todos llevamos y vernos unidos más de lo que imaginamos.
¿Considera el ejercicio de mutar de piel un proceso artístico en la ficción?
Y en la vida diaria. Los procesos artísticos son una representación emparejada por la muda de piel, conlleva dolor. En mis pinturas trabajo mucho las alas. Al ser humano le pueden arrebatar sus alas, pero siempre habrá esperanza de que vuelvan a crecer, de poder renacer.