La tosca herramienta en La Haya trocar

La tosca herramienta en La Haya trocar

Respeto a quienes sugieren armar policías, crear ejército o importarlo, pero no concibo un solo costarricense herido por la disputa de un pedazo de tierra; además, se están utilizando los mecanismos internacionales pertinentes y en algún momento llegará la solución.
Pero no se crea que los ticos hemos sido tan santitos. El 16 de octubre de 1856, don Juan Rafael Mora, respaldado por los poderes omnímodos concedidos por el Poder Legislativo, suscribió un empréstito con el inglés William Webster por la suma de un millón de pesos, con la intención de procurar recursos para financiar la Campaña Nacional, ofreciendo a cambio por parte de Costa Rica, entre otros cosas, el derecho de navegación por el río San Juan y el Lago de Nicaragua hasta el río Sapoá; en 1857 y 1858 se firmó un segundo y un tercer contrato. Aceptemos que la situación era difícil y Mora requería desesperadamente fondos para financiar las campañas.
Pero la situación no fue del agrado de Nicaragua y mi bisabuelo, ministro de Relaciones Exteriores, don Joaquín Bernardo Calvo Rosales, pretendió convencer a su homólogo nicaragüense, don Gregorio Juárez, de que era un contrato “razonable y justo”, y necesario para la seguridad de “las dos Repúblicas”. Nicaragua no aprobó nuestro proceder y exigió la devolución de la Vía del Tránsito por las tropas de Costa Rica. Para calmar la ira de los vecinos, el ejército tico les devolvió el fuerte San Carlos; pero posteriormente, don José Joaquín Mora envió al Capitán Cauty a recobrarlo, pidiendo la rendición.
Esta amenaza, y la posesión de la Vía del Tránsito por nuestras tropas, fueron los motivos por los cuales Nicaragua, con nota del Presidente Martínez, declaró la guerra a Costa Rica el 19 de octubre de 1857.
Para tener una idea de la situación, entresaquemos un párrafo en nota que envió Mora al Capitán Cauty: “Aquí no piensa el gobierno en guerra con Nicaragua, solo se trata de tomar el fuerte (San Carlos), a no ser que Nicaragua provoque a este gobierno con disposiciones hostiles”.
Cuando la confrontación parecía inevitable, Walker llegó de nuevo a Nicaragua en 1858, obligando a posponerla para afrontar esta nueva incursión de los filibusteros. Posteriormente, con la intervención de El Salvador, se alejó definitivamente el estado de beligerancia; la guerra no fue necesaria.
El sueño sería solicitar un cambio a la Sala Constitucional (por supuesto con la anuencia del Tribunal Contencioso Administrativo), para que el himno nacional cambie su letra y diga: “Cuando alguno pretenda tu gloria manchar, verás a tu pueblo valiente y viril, la tosca herramienta en La Haya trocar”.
Dr. Alfredo Blanco Odio
Estadístico - Abogado
Doctor en Estudios Latinoamericanos
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