Lo esencial
Federico Malavassi | Jueves 22 diciembre, 2016

Mi directa invitación a todos mi amigos, lectores y personas cercanas a celebrar la Navidad como debe ser, en la sencillez del amor cristiano
Lo esencial
Federico Malavassi
En estos días de Navidad, no puedo dejar de plantearme las cosas básicas y elementales. Las fiestas de Navidad son para conmemorar la venida de Jesús, el regalo de Dios, Dios hecho hombre y todo su significado. Lo demás es absolutamente accidental y, algunas veces, más bien indeseable.
Es muy apropiado darse un recuerdito de Navidad, pero es una desviación caer en la tentación de la comercialización general de las fiestas.
En algunos casos los excesos, la mera fiesta, la comercialización y los vanos afanes deforman absolutamente la Navidad y se cae en un sinsentido.
No tengo nada contra el comercio, me encanta que la gente se reúna a festejar, disfruto mucho las fiestas y reuniones de las empresas, por supuesto que también gusto de dar y recibir regalos, me alegra brindar con los amigos y los seres queridos pero … que todo ello sea para aumentar el sentido de la celebración y no en menoscabo suyo.
Insisto en todo ello porque observo que las fechas llenan a la gente de muchos afanes, carreras, discusiones, malentendidos, disgustos, peleas, peligrosa embriaguez, desvíos materialistas que son incompatibles con el motivo de la celebración y eso me llena de mucha tristeza.
Sin creer que todo tiempo pasado es mejor, añoro las jornadas simples en que se hacían tamales en reuniones familiares, los vientos navideños y cuando las radios y tocadiscos hacían sonar los villancicos, el olor a ciprés, cuando se salía a ver la estrella del Niño y las cenas familiares con un canto, un rezo y unas felicitaciones acompañadas de regalitos y cariños sencillos.
Me duele mucho cómo, por apartarse de lo principal, la Navidad se convierte en tiempo de otras cosas y la gente anda desorientada, afanada, preocupada, disgustada, lastimada y llena de conflictos. La idea central de la Navidad es el mensaje de paz y salvación que nos trae Jesucristo. Es vano celebrar olvidando lo principal, todo será puro afán y nada importante.
No está mal una cena o un almuerzo de familia o amigos, no está mal la celebración de vecinos o parientes. Pero lo conveniente es que sea precisamente eso, una celebración de Navidad. Enfiestarse por enfiestarse, tomar por tomar, comer por glotonería y afanarse en los accidentes de la Navidad más bien es contraproducente.
Los tiempos deben llamar a la calma, al amor, a la reflexión y a la fraternidad. Desdichadamente los afanes y desviaciones llevan a las carreras, los pleitos, las desilusiones y demás problemas. El panorama es diametralmente opuesto a la esencia de la Navidad: presas y congestionamientos viales con conductores afanados y enojados, tristeza y congojas en las compras, gente pasada de licor, pacientes desoyendo los consejos médicos acerca de sus dietas y mucho enojo y dolor. ¡Qué despropósito!
Mi directa invitación a todos mi amigos, lectores y personas cercanas a celebrar la Navidad como debe ser, en la sencillez del amor cristiano y del gran mensaje de salvación. Asimismo, a compartir este mensaje con todos los amigos y conocidos.
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