Qué tipo de izquierda representa Jeannette Jara y cuál es la relevancia del Partido Comunista en Chile
Daniel Pardo - BBC News Mundo | Lunes 17 noviembre, 2025
Ser comunista en Chile no es lo mismo que en otros lugares. Acá, para poner el ejemplo más claro, el comunismo contó con adeptos de fama internacional como Pablo Neruda, Víctor Jara o Violeta Parra.
Mientras que en casi toda la región el Partido Comunista (PC) es una fuerza marginal supeditada a grandes coaliciones, en Chile tiene poder, bases consolidadas y, ahora, una candidata en la segunda vuelta presidencial.
Se trata de Jeannette Jara, una militante del ala menos ortodoxa del partido que ganó este domingo la primera vuelta, con el 26% de los votos, y ahora se enfrentará en el balotaje, el 14 de diciembre, a José Antonio Kast (24%).
En junio, Jara arrasó en las primarias de la izquierda en lo que para muchos fue una sorpresa, precisamente por ser comunista.
La exministra de Trabajo del gobierno de Gabriel Boric hizo una campaña despojada de la vieja etiqueta marxista: los colores rojos, los símbolos del martillo y la hoz y el discurso de lucha proletaria fueron remplazados por una tierna estética kawaii de rosados y azules y una promesa por mejorar las condiciones de vida básicas de los chilenos.
Incluso su campaña, ya convertida en una coalición de nueve partidos, fortaleció su mensaje sobre la seguridad, la mayor preocupación actual de la gente y parte de la razón por la que Kast es favorito.
"Jara, y las otras referentes de esta ala moderna del partido como (la actual vocera del gobierno) Camila Vallejo y (la diputada) Carol Cariola, representan una forma del comunismo que acepta el diálogo y otras fórmulas de solución con tal de mejorar el contexto del pueblo", explica a BBC Mundo Ximena Jara, una analista política experta en narrativas.
"En Chile, en realidad, el PC es un partido más", añade.
Un partido que nunca buscó derrocar la democracia ni apoyó movimientos insurgentes ni se subordinó, totalmente, a la Unión Soviética. Un comunismo a la chilena: institucional, ordenado, dialogante.
Un partido incremental
Como todos los PC del Cono Sur, la historia del chileno empieza en los años 20, cuando surgieron los movimientos obreros en medio de la industrialización.
En Chile, en ese momento, la industria salitrera estaba en apogeo y muchos de sus trabajadores fueron los primeros comunistas.
Luego el movimiento se hizo fuerte en los sindicatos del carbón, los textiles y los puertos y recibió el apoyo de grandes figuras de la cultura popular como Neruda.
En los 60, el PC fue una pieza clave de la Unión Popular que llegó al poder en 1970 bajo la batuta de Salvador Allende.
"Era el partido más ordenado de la coalición", dice el analista Cristóbal Bellolio. "A diferencia del Partido Socialista, el PC era el disciplinado, el que no quería tensionar a la sociedad, el más institucional".
Pero luego, tras el golpe de Estado liderado por Augusto Pinochet en 1973, los papeles se invirtieron: "El PS se renueva, se acerca a sus homólogos europeos y hace las paces con la economía burguesa, mientras que el PC, que sufrió la mayor represión, se radicalizó, y en la transición democrática no creyó en el plebiscito (que acabó con la dictadura) y se mantuvo al margen del proceso".
Durante el régimen pinochetista el PC pasó a la clandestinidad. Unos 500 de sus militantes fueron asesinados o desaparecidos. Y, tras el retorno pactado a la democracia en 1990, el partido prefirió concentrar sus fuerzas en las bases, la calle, los sindicatos, en lugar de ser parte del Congreso.
Hasta que en 2005 el PC da un vuelco a su estrategia tras la muerte de Gladys Marín, su matrona ortodoxa, y la llegada de Guillermo Teillier, un escritor y profesor que inauguró una era de diálogo con la centroizquierda y sentó las bases para la gradual introducción del PC al sistema político.
"Con una pata en el sistema y otra en la calle, poco a poco fueron ganando espacio, no preocupados por la conquista del poder, sino de aumentar su influencia", dice Bellolio. "Es un partido incremental".
Keneth Bunker, también politólogo, lo pone así: "Más que por una demanda de la gente por un partido comunista, ganaron espacio porque supieron negociar y armar listas y desarrollaron una técnica política para entrar al poder".
Rolando Álvarez, un historiador estudioso del comunismo, añade: "A diferencia de lo que se creía, que eran pura ortodoxia, que eran obsoletos, tuvieron capacidad de adaptación, en lo ideológico y material, y eso tiene su punto de llegada en 2011 con el inicio del estallido social y el surgimiento de una nueva generación de militantes comunistas".
Un comunismo en el poder
Esa nueva generación incluyó a Camila Vallejo, una joven geógrafa y líder estudiantil que se hizo prominente durante las protestas contra el neoliberalismo, la corrupción y la desigualad. Y era del PC.
En solo 10 años, esa generación pasó de las aulas y las calles y la militancia, al poder.
El PC ya había hecho parte del segundo gobierno de la izquierdista Michelle Bachelet, entre 2014 y 2018, con dos ministerios.
Y con la victoria de Gabriel Boric en 2021 llegó a tener tres ministerios y una representación parlamentaria inédita: 10 diputados y 2 senadores.
El paulatino ascenso del PC ahora se enfrenta a su examen más importante con la candidatura de Jara, cuyo éxito, en parte, depende de su capacidad de desmarcarse no solo de la etiqueta comunista, sino del gobierno de Boric, que es mal valorado por la mayoría de los chilenos.
Bunker, experto en análisis de encuestas, asegura: "Jara no ha logrado sacudirse de su afiliación al PC. Es un símbolo muy potente y algo que para muchos votantes es una línea que no se cruza".
Para una candidatura que según algunos "nació muerta" ante un electorado derechizado, el perfil pragmático y moderno de Jara permite mantener viva la esperanza de la izquierda.
La candidata ha matizado sus posiciones sobre las revoluciones cubana y chavista, fenómenos de corte autoritario, que el ala ortodoxa del partido se niega a criticar. También ha hablado de aumentar la seguridad, dialogar con las empresas y fortalecer el control migratorio.
Al tiempo, el perfil de comunista —sumado al rechazo de Boric— es precisamente lo que le impide a la exministra aumentar su caudal electoral más allá de la base que suele apoyar a la izquierda.
Y ese será su reto en la segunda vuelta, en la que se espera que el voto de los tres candidatos de derecha se concentre en Kast y con eso sea suficiente para lograr el triunfo.
Tanto es así que una de las grandes incógnitas de cara a la segunda vuelta es si la candidata suspende su afiliación al PC.
Aun cuando en Chile es distinto, la etiqueta de comunista aún es para muchos una razón para no votar por la izquierda.
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