Tenemos que participar en la historia
Claudia Barrionuevo [email protected] | Lunes 01 octubre, 2007

La vida humana es realmente breve y efímera, sobre todo si la comparamos con la historia del planeta y de la humanidad. El camino de cada uno de nosotros está signado por la genética, la formación (sicológica, cultural, educativa, moral, etcétera) y las circunstancias que nos toquen vivir. Esas circunstancias, ese breve momento de la historia durante el cual transcurre nuestra vida, puede tener fechas imborrables para el mundo.
Por ejemplo: si uno tuvo 20 años en el Berlín o el Múnich de finales de los 30 y vivió la evitable ascensión de Adolfo Hitler. O si con 25 años recién cumplidos caminó por las calles de Moscú en octubre de 1917 viviendo el inicio de la Revolución Soviética. O si tuvo que presenciar el nacimiento de la represión más espantosa, teniendo 30 años en el Buenos Aires de principios de los 70. O si fue testigo o protagonista del momento histórico más relevante de la Costa Rica del siglo pasado, cumpliendo 35 años en 1948.
El siglo XXI está apenas comenzando y ya hemos presenciado varios hitos históricos mundiales. Muchos —desgraciadamente— tienen que ver con la muerte y la destrucción provocados por dos fenómenos: las guerras (término en el que incluyo no solo las invasiones de un país a otro, sino también cualquier tipo de atentado terrorista) y los desastres naturales (entre los que no solo cuento los terremotos clásicos presentes en todos los siglos, sino también los nuevos desastres —huracanes, tsunamis, inundaciones, tornados, tormentas— que son producto de los pecados ecológicos cometidos por nosotros mismos.
Nuestro país, Costa Rica, es muy, muy pequeño en relación con el planeta —por no decir el universo—. Pertenecemos a un continente fascinante que ha tenido una historia rica, contradictoria, mestiza. Los países latinoamericanos comparten hitos históricos comunes y a la vez diferentes en sus detalles: independencias, revoluciones, líderes contradictorios, dictaduras, corrupción.
En este principio de siglo, nosotros, los habitantes de Costa Rica, estamos viviendo un momento que quedará grabado en la historia de nuestro país. Aunque nadie la escribiese —lo cual no creo que suceda— no olvidaremos este proceso histórico…
El famoso combo del ICE y las reacciones en contra que este provocó fueron el comienzo de un cambio en la conciencia política y social de los costarricenses.
La euforia de ese triunfo —haber defendido al ICE— duró poco: el destape de los casos Caja-Fischel e ICE-Alcatel nos sumió en un estado de desesperanza. Tan doloroso fue el descubrimiento de estos dos grandes (aunque no únicos) casos de corrupción que —de alguna manera— surgió una depresión colectiva entre los habitantes de nuestro pequeño país.
Una nueva fase de este proceso histórico la han marcado sin lugar a dudas el famoso Tratado de Libre Comercio (TLC) y el referéndum sobre este.
Seamos conscientes del importantísimo momento que estamos viviendo. La historia nos está permitiendo participar en ella, nos está invitando a incidir en el destino de nuestro país. ¿Quién quiere perderse esa oportunidad? ¿Quién no va a ir a votar el 7 de octubre de 2007? Yo quiero participar en la historia.
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