Troles: oferta y demanda
Marilyn Batista Márquez [email protected] | Jueves 05 enero, 2023

Mi abuela Adela decía “Tan culpable es el que vigila como el que roba”. En teoría penal, el autor intelectual y el cómplice ejecutor son responsables de su propia conducta y a su vez del acto delictivo que en complicidad realizan.
Este concepto podemos aplicarlo en la teoría de oferta y demanda. En la oferta, se promueve el bien o servicio que los consumidores pueden adquirir en el mercado a cambio de dinero; en la demanda, las personas físicas o jurídicas, quieren obtener el bien o servicio de determinado oferente a través de un pago.
Así funciona el mercado de los troles. Existen porque alguien los ofrece y otros creen necesitarlos. La demanda es complementaria a la oferta. Por lo tanto, la persona que está detrás del trol, que es real, es contratado, recibe pago y ejecuta, es tan responsable de lo que escribió en Facebook, Instagram, Tiktok, Twitter, como la persona -llámese funcionario público, político, Juana la del Barrio o Pepe Grillo- que solicitó e hizo un desembolso económico por éste. El contratista es complementario al contratante.
Puedo entender que la persona detrás del trol se arrepienta del acto inmoral y anti ético de desinformar comunicando deliberadamente opiniones, datos y hechos tergiversados, falsos o inexistentes, pero deberá asumir su responsabilidad, al igual que quien le pagó por mentir, confundir, incitar irrespeto y hasta la violencia.
Si me preguntaran ¿existen troles buenos y troles malos?, la respuesta sería: ningún trol es bueno. Aun el trol que es utilizado para dar visibilidad a un determinado perfil, igualmente parte de la suplantación de una persona para incidir en las percepciones y decisiones de otros. Es una pantomima.
Si queremos utilizar un “trol bueno” entonces el usuario o lector debe conocer que es un personaje ficticio como lo son las mascotas, el ícono o la caricatura de una marca y un personaje con alias o seudónimo, pero con identidad y responsabilidad jurídica. Una vez se da a conocer el personaje, no podría ser llamado trol, porque la primera perversidad del trol es el anonimato.
Es importante que entendamos que los troles son antítesis de la democracia, porque debilitan el derecho a la libre expresión, descalificando a las personas consideradas por ellos -o sus clientes- antagónicos a su discurso, ideología y actos. No solo intentan erosionar la credibilidad de sus contrincantes, adversarios u oponentes, sino también reducen las posibilidades de generar pensamiento crítico, además de quitarle méritos a la información y opinión con base a realidades y fuentes oficiales.
No seamos benevolentes con los que venden el servicio de troles y los que pagan por ellos. Ambos deben sentir el rigor del repudio público, y ojalá de la ley.
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